“Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿Cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. Mateo 5:13-16”
El pasado 28 de Mayo de 2025 mediante Telegrama nuestro Santo Padre León XIV, con motivo de sus saludos por el 70º aniversario de la Primera Conferencia de Río de Janeiro y la creación del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño), orientó a nuestros episcopados para que su obra misionera lleven a sus (pueblos) soluciones según los criterios de LA SAGRADA ESCRITURA, LA TRADICIÓN Y EL MAGISTERIO.
No ha pasado más de dos meses y nuestro Arzobispado de Lima llevó cabo un retiro
n este retiro ‘sinodal’, en lugar de formar al clero en la plenitud de Cristo según el Magisterio y la Tradición, la enseñanza se centra en la ecología integral del Papa Francisco y en autores como Boff y Guattari, promoviendo un diálogo teológico-ambiental de raíz cuestionable que exalta culturas paganas.
El material utilizado durante las charlas, que estudiamos con atención, muestra un nuevo salto de la Revolución anticristiana —de la Teología de la Liberación a la ‘Teo-ecolatría Popular’—, donde el sacerdocio se caricaturiza mediante metáforas futbolísticas y se sustituye la doctrina por un activismo verde-populista que exalta al ‘pueblo’ y a la ‘paz’, sin referencia a la salvación eterna.
Bajo la excusa de cuidar la ‘casa común’, según la interpretación de Laudato Si’, se propone un diagnóstico ambiental cargado de ideología globalista que, olvidando el pecado como raíz del desorden, abre la puerta a políticas anticristianas que socavan el orden natural y la soberanía de las naciones. En vez de un retiro espiritual, se trata de un “lavado de cabeza” al clero católico sobre cómo aceptar la agenda global y ser portavoces desde el púlpito en defensa de estos nuevos “dogmas”. Se busca una “conversión”, pero no a Cristo y a su Iglesia, sino a una ecología “integral”.
Además, el ecologismo se convierte en nuevos ‘mandamientos’, desviando la moral cristiana del primer y mayor mandamiento —amar a Dios sobre todas las cosas— hacia un credo naturalista donde el pecado se mide por ofender a la Tierra antes que al Creador, preparando así el terreno para una religión mundial sin Cristo. Todo esto se “enseña” a los sacerdotes en un retiro, con el objetivo evidente de que acepten pronto un “nuevo catecismo” ecuménico-ecológico, en lugar del catecismo tradicional basado en la Revelación, el Magisterio y la Tradición.
Bajo el lenguaje de ‘comunión universal’ y ‘destino común de los bienes’, se disfraza un igualitarismo panteísta y colectivista que diluye la propiedad legítima, la jerarquía y el derecho natural, sustituyendo la caridad cristiana por la imposición igualitaria de la utopía global.
Con una piedad sentimental que mezcla lo divino con lo creado, se sustituye el clamor de las almas por salvación y conversión por el clamor de la ‘tierra’, disolviendo la adoración al Dios Uno y Trino en un misticismo ecocéntrico que prepara la religión mundial del hombre y de la naturaleza sin Cristo Rey.
Intentan imponer un ‘nuevo rosario’ donde los misterios ya no contemplan a Cristo ni a su Madre, sino los cuatro elementos de la naturaleza, desviando así la oración mariana que la Virgen enseñó hacia un culto panteísta disfrazado de devoción.
Las charlas, aunque por veces usan un lenguaje que parece ortodoxo, diluyen la centralidad de la Redención, sustituyendo la primacía del hombre —corona de la creación y único creado a imagen de Dios— por una visión cósmica igualitarista donde todas las criaturas marchan ‘junto con nosotros’ hacia Dios, borrando la distinción entre el orden racional y el irracional, allanando el camino hacia un panteísmo místico ajeno a la fe católica.
Se propone poner a todas las religiones ‘al servicio de la fraternidad’, lo que equivale a diluir la misión única de la Iglesia de Cristo en un sincretismo humanista, donde la verdad revelada queda al mismo nivel que el error, y la salvación de las almas se reemplaza por un proyecto de paz mundial sin conversión ni Cruz.
Bajo el lenguaje de ‘sueños’ sociales, culturales, ecológicos y eclesiales, se disfraza una agenda que sustituye la misión sobrenatural de la Iglesia por un proyecto indigenista y ecologista, diluyendo el mandato de Cristo en reivindicaciones políticas y culturales propias de la agenda revolucionaria global.
Esta espiritualidad ‘encarnada y ecológica’ es la antesala de un sacerdocio indigenista que reemplaza la gracia y los sacramentos por vivencias corporales y contacto con la naturaleza, sustituyendo la configuración con Cristo por una mística panteísta propia de la religión de la Tierra.
Las charlas buscan reemplazar la fe sobrenatural en Cristo Redentor por una ‘cristología ecológica’ de corte teilhardiano, donde el mundo material es elevado a sacramento y el cuidado ambiental se convierte en el núcleo de la misión sacerdotal, desplazando la salvación de las almas por la conservación de la Tierra.
La conclusión del retiro apunta a la preparación de una “nueva misa”. Este programa busca instaurar una nueva ‘fiesta litúrgica de la creación’ como eje ecuménico y pastoral, sustituyendo el centro de la liturgia —Cristo Rey y Redentor— por un culto ambientalista global, uniendo todas las confesiones bajo un lenguaje naturalista que diluye la fe católica en la religión de la Tierra. Ya no sería el día del Señor, sino el día de la Creación.
Se promueve además una escuela para formar a sacerdotes y agentes pastorales en una agenda ecologista inspirada en el magisterio del Papa Francisco, reemplazando la centralidad de la misión salvífica y sacramental por una ‘pastoral de la casa común’ que mezcla política ambiental, antropología relativista y espiritualidad cósmica, al servicio de la ideología globalista.
Debemos proteger la naturaleza, pero no desde la visión froidina del marxismo ni desde la versión modernizada de la Teología de la Liberación, que llaman “Ecoteología”, sino desde la auténtica doctrina católica, que pone a Dios y a la salvación eterna en el centro de toda acción.
Apelo y denuncia solemne al Episcopado
Ante esta evidente deformación y manipulación de los retiros dirigidos al clero, donde se sustituye la formación en la plenitud de Cristo y la Tradición por ideologías ecologistas, indigenistas y panteístas, nos vemos obligados a elevar una firme protesta.
Exhortamos al Episcopado Peruano a cumplir con su sagrada responsabilidad de velar por el depósito de la Fe, garantizando que los ejercicios espirituales del clero no desvíen a los sacerdotes de su misión sobrenatural, ni sustituyan la doctrina católica por agendas políticas o ecológicas de raíz revolucionaria.
Recordamos que el primero y mayor mandamiento, amar a Dios sobre todas las cosas, no puede ser reemplazado por un culto a la creación, ni la misión salvífica de la Iglesia por reivindicaciones culturales o ambientales. Exigimos que se restablezca la auténtica formación sacerdotal, centrada en Cristo Redentor, los sacramentos y la Tradición, rechazando toda influencia que distorsione la fe.
Hacemos un llamado urgente a los obispos: supervisen cuidadosamente los contenidos de los retiros, preserven la ortodoxia doctrinal y aseguren que cada sacerdote sea formado en la plenitud de la Revelación, para que la Iglesia en Perú sea verdadera luz frente a la confusión y no instrumento de la revolución anticristiana.

