
Durante una campaña electoral (sea en el Perú o en cualquier otro país), los ciudadanos se ven bombardeados por etiquetas: izquierda, derecha, progresista, conservador, liberal, socialista o caviar. En este contexto, muchos se preguntan qué significa proponer un «proyecto político católico».
Generalmente este concepto se confunde con una teocracia, con un partido confesional único o con un simple conservadurismo moral. Sin embargo, desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), un proyecto político católico no es un partido, sino un marco de principios para la acción de los laicos en la vida pública.
Este proyecto no busca la «salvación de las almas» (misión de la Iglesia), sino la construcción del «Bien Común» (misión de los laicos), creando las condiciones para que toda persona pueda desarrollarse plenamente.
Para entenderlo, primero debemos definir sus bases, luego analizar de dónde emana el poder, cómo debe ser un gobierno justo, y finalmente diferenciarlo de las grandes ideologías.
Las 4 Bases del Proyecto Político Católico:
Un proyecto de estado basado en la DSI no es un plano detallado, sino una brújula con cuatro puntos cardinales innegociables:
- La Dignidad Humana: Es el centro absoluto. La política y la economía se juzgan por su impacto en la persona humana, que tiene un valor intrínseco, desde la concepción hasta la muerte natural y no es un instrumento del Estado, una pieza del mercado o un miembro de una raza.
- El Bien Común: Es el objetivo. No es la suma de bienes individuales, sino el conjunto de condiciones sociales (seguridad, justicia, sanidad, cultura) que permiten a todos (no solo a una élite o a una clase) alcanzar su plenitud.
- La Subsidiariedad: Es el método de gobierno. Es el principio que limita al Estado. Sostiene que una estructura superior (el Estado) no debe hacer lo que una estructura inferior (la familia, el municipio, el sindicato, la cooperativa) puede hacer por sí misma. El Estado solo «subsidia» (ayuda) cuando es necesario. Es el pilar de la libertad social.
- La Solidaridad: Es el vínculo social. Es el contrapeso de la subsidiariedad. Reconoce que todos somos responsables de todos, lo que exige una «opción preferencial por los pobres» y justifica la intervención del Estado para garantizar que la propiedad privada cumpla su «hipoteca social».
¿De Dónde Viene el Poder y Quién lo Administra?
Este es el punto teológico y político central. La DSI sostiene el principio de que Omnis potestas a Deo («Toda potestad viene de Dios»). Pero no en sentido absolutista.
El pensamiento católico distingue entre el origen y la administración del poder:
- El Origen es Divino: Dios es la fuente del concepto mismo de autoridad. La autoridad no es una invención humana, sino una necesidad del orden natural para que la sociedad pueda buscar el Bien Común.
- El Depositario es el Pueblo: Dios no entrega esta autoridad a un rey o a un partido. La deposita en la comunidad en su conjunto. El pueblo es el administrador natural de esta soberanía.
- La Administración es Terrenal: Aquí nace la «responsabilidad» política. El pueblo, como depositario, debe administrar esta autoridad terrenalmente. Decide cómo y quién ejercerá ese poder (un rey, un parlamento, un presidente) con la condición de que lo haga para el Bien Común.
Características del Gobierno «Justo» (Más Allá de Monarquías o Repúblicas)
La DSI es formalmente «indiferente» a la forma de gobierno. Un sistema puede ser una monarquía o una república y ser perfectamente legítimo.
La legitimidad no depende de la forma, sino de que el sistema cumpla con las siguientes características:
- Gobernar para el Bien Común: Su fin debe ser el bienestar de todos, no el de una clase (marxismo), una raza (nazismo), una élite (oligarquía) o un partido (fascismo).
- Respetar la Subsidiariedad: El gobierno «justo» no es un Estado totalitario que lo absorbe todo. Es un Estado limitado que activamente protege y fomenta la autonomía de los cuerpos intermedios (familias, municipios, gremios).
- Fundamentarse en la Ley Natural: Un gobierno católico no es «relativista». Reconoce que existen verdades objetivas sobre la dignidad humana (derecho a la vida, propiedad privada, etc.) que están por encima de la ley positiva. Una mayoría no puede votar para violar un derecho fundamental inalienable.
- Promover la Participación: Si el pueblo administra el poder, el mejor sistema es aquel que (como la democracia participativa) permite a la sociedad civil organizada (y no solo a los partidos) ser protagonista de su propio destino.
Un Proyecto Distinto: Catolicismo vs. las Grandes Ideologías
Con esta base, las diferencias con otras ideologías se vuelven evidentes.
1. vs. Marxismo
- Punto de Ruptura: Materialismo vs. Trascendencia.
- Análisis: El marxismo es materialista y se basa en la lucha de clases. La DSI es trascendente (la persona es cuerpo y alma) y promueve la colaboración de clases (solidaridad).
2. vs. Liberalismo (Clásico o Libertario)
- Punto de Ruptura: Individualismo Radical vs. Bien Común.
- Análisis: El liberalismo pone al individuo autónomo y al mercado como el absoluto. La DSI sostiene que la persona es inherentemente social y que el Bien Común debe limitar al mercado.
3. vs. Fascismo
- Punto de Ruptura: «Estadolatría» vs. Dignidad de la Persona.
- Análisis: El fascismo es la deificación del Estado («Todo en el Estado»). La DSI es la antítesis: el Estado es un instrumento al servicio de la persona, y el principio de Subsidiariedad fue diseñado para evitar esta absorción totalitaria.
4. vs. Falangismo
- Punto de Ruptura: Patria como Absoluto vs. Universalidad y Subsidiariedad.
- Análisis: El falangismo, aunque inspirado en valores católicos, convierte a la Patria en el fin último. Es un proyecto nacional-totalitario que utiliza el catolicismo como identidad. Su Estado nacionalsindicalista (que lo controla todo) es opuesto a la Subsidiariedad. Sin embargo, algunos de sus elementos sociales —como la defensa de la familia y la justicia social— son compatibles con la DSI si se purifican del nacionalismo excluyente.
5. vs. Nacionalsocialismo (Nazismo)
- Punto de Ruptura: Idolatría de la Raza vs. Dignidad Universal (Imago Dei).
- Análisis: El Nazismo es la antítesis más radical. Es un paganismo biológico que crea una jerarquía racial. El Estado es una mera herramienta al servicio de la «pureza» de una raza. La DSI es fundamentalmente universal (la palabra «católico» significa universal). Sostiene que la dignidad humana es idéntica en cada persona, sin importar su etnia, porque todos están hechos a «Imagen de Dios». El racismo es, por tanto, una herejía teológica y política.
Conclusión: No es un Partido, es un Marco
Un proyecto político católico no le dice al ciudadano por qué partido votar. Le ofrece una «lista de verificación» para juzgar a todos los candidatos y sistemas.
Para el votante peruano, o de cualquier país, la DSI ofrece las preguntas clave: ¿El candidato defiende la dignidad total de la persona? ¿Propone un Estado que avasalla a la sociedad (fascista/socialista) o uno que se desentiende de ella (liberal)? ¿Respeta los cuerpos intermedios? ¿Busca el bien de todos o solo de su grupo?
El proyecto político católico no pretende conquistar el poder, sino redimirlo, ordenándolo a la verdad, la justicia y la caridad. No propone una ideología más, sino un camino humano y cristiano donde la política vuelve a ser lo que debe ser: una forma eminente de caridad.

